Restaurante Argana
El exquisito contraste entre colores y geometrías se da cita con los mágicos aromas y sabores de la cocina árabe en el Restaurante Argana, ubicado al sur de Madrid. Emplazado en lo que antiguamente fuera una academia de baile, el renovado local es ahora un restaurante donde la elegancia casa a la perfección con el amor por la gastronomía y el espacio.
Argana recibe su nombre del árbol homónimo, el argán, de cuyos frutos se extrae el codiciado aceite que por sus innumerables propiedades es acertadamente llamado oro líquido. El nombre nos traslada inequívocamente a los paisajes del norte de África, en particular al siempre fascinante Marruecos. En este país encontramos abundantes inspiraciones tanto en la naturaleza como en la cultura que hacen presencia en el Restaurante. Las kilométricas dunas del desierto sahariano las encontramos en los paneles acústicos de formas sinuosas situados con maestría en los altos techos, que llegan a medir la vertiginosa de 6 metros y medio. Las paredes están revestidas con mortero de arcilla de Ecoclay, haciendo el paralelismo con la textura y tonalidad que representa el adobe, tan habitual en las construcciones tradicionales marroquíes.
El restaurante está dividido en 2 alturas. En la planta baja, más íntima, se disponen las mesas de comedor y mesas altas con taburetes. Las luminarias repartidas por todo el local arrojan una luz sutil que complementa a la perfección este ambiente. La cocina es abierta, así que los comensales más curiosos tendrán una vista privilegiada de la zona donde los chefs elaboran y emplatan las deliciosas creaciones culinarias.
Los colores ayudan también a transportarnos a ese oasis de tranquilidad y elegancia. Encontramos detalles en tonos dorados que honran al ya mencionado oro líquido. Verdes esmeraldas nos acompañarán durante toda nuestra velada, evocando asimismo la tonalidad de las hojas del árbol de argán. Las tonalidades tierra son las indiscutibles protagonistas, con matices rosados, beiges y terracotas.
Encontramos elementos decorativos fabricados en arcilla con esmaltado tradicional y muebles de madera en varios tonos y acabados para ofrecer mayor dinamismo e interés. El broche de oro lo pone un impresionante jardín vertical preservado, eterno en el tiempo al no precisar cuidados ni mantenimiento.
Fotografías: Paloma Pacheco Turnes para phe.es
Argana recibe su nombre del árbol homónimo, el argán, de cuyos frutos se extrae el codiciado aceite que por sus innumerables propiedades es acertadamente llamado oro líquido. El nombre nos traslada inequívocamente a los paisajes del norte de África, en particular al siempre fascinante Marruecos. En este país encontramos abundantes inspiraciones tanto en la naturaleza como en la cultura que hacen presencia en el Restaurante. Las kilométricas dunas del desierto sahariano las encontramos en los paneles acústicos de formas sinuosas situados con maestría en los altos techos, que llegan a medir la vertiginosa de 6 metros y medio. Las paredes están revestidas con mortero de arcilla de Ecoclay, haciendo el paralelismo con la textura y tonalidad que representa el adobe, tan habitual en las construcciones tradicionales marroquíes.
El restaurante está dividido en 2 alturas. En la planta baja, más íntima, se disponen las mesas de comedor y mesas altas con taburetes. Las luminarias repartidas por todo el local arrojan una luz sutil que complementa a la perfección este ambiente. La cocina es abierta, así que los comensales más curiosos tendrán una vista privilegiada de la zona donde los chefs elaboran y emplatan las deliciosas creaciones culinarias.
Los colores ayudan también a transportarnos a ese oasis de tranquilidad y elegancia. Encontramos detalles en tonos dorados que honran al ya mencionado oro líquido. Verdes esmeraldas nos acompañarán durante toda nuestra velada, evocando asimismo la tonalidad de las hojas del árbol de argán. Las tonalidades tierra son las indiscutibles protagonistas, con matices rosados, beiges y terracotas.
Encontramos elementos decorativos fabricados en arcilla con esmaltado tradicional y muebles de madera en varios tonos y acabados para ofrecer mayor dinamismo e interés. El broche de oro lo pone un impresionante jardín vertical preservado, eterno en el tiempo al no precisar cuidados ni mantenimiento.
Fotografías: Paloma Pacheco Turnes para phe.es
2019









